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Primer equipo

A lomos de Caballé en el Alfredo di Stéfano

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Hace justo una vuelta Pep Caballé era el tipo más feliz de la isla. Dos goles del futbolista catalán le sirvieron al Ibiza para remontar al Real Madrid Castilla en su propia casa. En apenas tres minutos de juego el partido se puso cuesta arriba para los celestes. Fidalgo adelantó a los blancos, pero los celestes supieron remar a contracorriente. “Llegábamos en el peor momento de la temporada, no en cuanto a juego, pero sí a nivel de resultados. Era crucial ganar en Valdebebas porque veníamos de dos pinchazos seguidos en casa y un empate en el campo del Oviedo B”, dice Caballé, reconstruyendo lo que ocurrió en aquel encuentro más de cuatro meses después.

En once jornadas el extremo solamente había sido titular una vez. Aquel domingo, 10 de noviembre, su nombre apareció de nuevo en el once inicial y no defraudó a Alfaro. Caballé fichó por el Ibiza después de jugar 141 partidos con el Cornellà. En cinco temporadas había marcado ocho goles con el equipo del Baix Llobregat. Nunca había celebrado dos tantos en el mismo partido. Hasta que se enfrentó al Castilla. “No soy un goleador nato”, dice Pep, “pero intento aprovechar mis oportunidades”. En el minuto 35 llegó el primero cuando le puso la guinda a un centro de David Morillas: “En los entrenamientos el míster siempre nos repetía que Mori no es de los llegan a la línea de fondo para ponerla. Cuando vi que iba a centrar, me desmarqué para quedarme solo dentro del área. La rosca fue buenísima. Rematé con el interior y, tal y como le pegaba a la bola, vi que iba adentro. Fue una alegría enorme que mi primer gol con la camiseta del Ibiza llegara en un partido así”.

Su acierto igualó el marcador antes de que acabara el primer tiempo. Los futbolistas del Ibiza regresaron al césped convencidos de que podían lograr los tres puntos en Valdebebas. Pep volvió a marcar los cuatro de la reanudación. En esta ocasión se encargó de culminar una jugada vertiginosa del Ibiza. Germán-Rodado-Javi Pérez-Raí. Cuatro futbolistas y cuatro toques para que el cuero le llegara a Caballé, que le ganó la espalda a la defensa madridista valiéndose de su velocidad. El ‘8’ lo explica así:

–En el segundo gol, en cuanto Rodado tocó el balón, vi que se abría un hueco en la banda derecha. Me aproveché para colarme por ahí, recibir el pase de Raí y plantarme delante de la portería. 

Su disparo no lo pudo atajar Belman. “Los que fuimos a Madrid nos volvimos locos [con el segundo gol] porque el Castilla, aunque no estaba tan bien clasificado como ahora, nos había puesto muchas dificultades sobre todo durante los primeros treinta minutos. Nosotros ya animábamos a Pep antes de ese partido porque conocíamos su trayectoria en el Cornellà y sabíamos que cuando le llegara un partido así demostraría lo que vale. La lástima fue no llevar una sobrasada para dársela al acabar. Qué menos. Por lo que hizo se hubiera merecido dos sobrasadas, un butifarrón y el cerdo entero”, cuenta Rubén Torres, uno de los socios de la Penya Pagesa que viajaron a Valdebebas. Volteado el marcador, el Ibiza supo gestionar su ventaja. El trabajo colectivo de los celestes durante los noventa minutos les dio una victoria que Caballé recuerda como “merecida”: “Fue un encuentro muy difícil contra un muy buen rival. Creo que conseguir aquella victoria fue un punto de inflexión para el equipo. Salimos reforzados de allí y la racha positiva que vino después lo confirmó”. 

Nueve victorias, cuatro empates y solamente dos derrotas –en casa del Celta B y contra el Barça en Copa del Rey– en los quince partidos que sucedieron a Valdebebas. Esos fueron los números que dejó la dinámica ganadora que afianzó al Ibiza en la zona noble del grupo I y le permitió alcanzar los dieciseisavos de final en el torneo copero. Resultados que despertaron la ilusión en una hinchada que desplazó a Madrid a doscientos aficionados para ver en directo uno de los domingos más atractivos de la temporada. Nadie se quiso perder el duelo de Valdebebas. “Durante los días previos”, rememora Alfredo Riera, de la Peña Corsarios, “estuvimos como locos buscando un bombo para alquilar en Madrid. Preparamos banderas y pancartas porque era nuestro primer gran desplazamiento de la temporada. Una hora antes ya estábamos allí animando a los nuestros y ni el primer gol del Castilla hizo que nos rindiéramos. Los dos goles del Ibiza nos dejaron un cúmulo de sensaciones. No sé si quedarme con los jugadores celebrándolos con nosotros, la comida en el restaurante donde celebramos la victoria, el viaje de vuelta en el avión, totalmente exhaustos… Todo fue tremendo”.“Las instalaciones del Real Madrid son espectaculares. Se respira fútbol en cada rincón de su ciudad deportiva. Desde que entramos allí con el autobús sabíamos que iba a ser un partido especial”, explica Caballé, que cinco años atrás había jugado un partido en el Santiago Bernabéu. Fue el 2 de diciembre de 2014, con el Cornellà, en Copa del Rey. Un recuerdo imborrable, confiesa, pero no mejor que el que el tiempo ha fabricado con los dos goles que marcó en el Alfredo di Stéfano.